técnicas mixtas

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EL VIAJE DE ÁNGEL

Cuentos Zen

La Mancha Negra
Mientras el maestro estaba dando clase a sus alumnos, salió una mancha negra de tinta en la hoja de papel blanca en que estaba escribiendo.
Preguntó a sus alumnos:
- ¿Qué veis?
Y todos a la vez respondieron:
- Una mancha negra
El maestro respondió:
- Todos os habéis fijado en la mancha negra.
- En cambio, nadie ha visto el resto de hoja blanca, que es mucho más extensa.
Fuente: autor desconocido

 
  La Estrella de Mar

               Ramón iba caminando al atardecer por una playa desértica.
Mientras caminaba, divisó a otro hombre a lo lejos. Al acercarse, notó que el hombre se agachaba constantemente, recogía algo y lo arrojaba al agua. Una y otra vez lanzaba cosas al océano. Cuando Ramón se acercó más todavía, vió que el hombre recogía estrellas de mar que se habían clavado en la playa y una por vez, las iba devolviendo al agua.
Estrella de marRamón se acercó al hombre y le dijo:
- Buenas tardes.
- Siento mucha curiosidad.
- ¿Qué está haciendo?
El hombre le respondió:
- Devuelvo estas estrellas de mar al océano.
- La marea está baja y todas estas estrellas quedaron en la costa.
- Si no las echo nuevamente al mar, se mueren aquí por falta de oxígeno.
Ramón respondió:
- Ya entiendo
- Pero ha de haber miles de estrellas de mar en esta playa.
- Es imposible agarrarlas a todas.
- Son demasiadas.
- Además, seguramente esto pasa en cientos de playas a lo largo de toda la costa.
- No se da cuenta que no cambia nada.
El hombre sonrió, se agachó, levantó otra estrella de mar para arrojarla de nuevo al mar y respondió:
- ¡Para ésta estrella de mar, sí cambió algo!

Maestro: Un mundo mejor y más justo empieza con uno mismo. Tu acto individual por muy pequeño que parece, marca la diferencia.

Fuente: autor desconocido
 
 
El maestro estaba de un talante comunicativo, y por eso sus discípulos trataron de que les hiciera saber las fases por las que había pasado en su búsqueda de la divinidad.
Primero, les dijo, Dios me condujo de la mano al País de la Acción, donde permanecí una serie de años. Luego volvió y me condujo al País de la Aflicción, y allí viví hasta que mi corazón quedó purificado de toda afección desordenada.
Entonces fue cuando me vi en el País del Amor, cuyas ardientes llamas consumieron cuanto quedaba en mi de egoísmo.
Tras de lo cual, accedí al País del Silencio, donde se desvelaron ante mis asombrados ojos los misterios de la vida y de la muerte.
¿Y fue ésta la fase final de tu búsqueda? le preguntaron. No respondió, el Maestro,... Un día dijo Dios: Hoy voy a llevarte al santuario más escondido del Templo, al corazón del propio Dios...
Y fui conducido al País de la Risa."

Autor desconocido. 

Relato publicado en la recopilación de Historias Zen, de Taisen Deshimar